lunes, junio 22, 2009

Un sueño en febrero y hace cuatro años

Estaba sentada en una camilla de una habitación circular cuando vino el hombre a ofrecerme que eligiera algo del contenido de la caja que puso ante mis ojos. Casi parecía una elección de arma para un duelo, pero nadie eligiría más que yo. Debía escoger lo que me llevaría a forcejear con mi propia existencia, un final adecuado. Entonces le dije "dame el vocabulario perfecto de lo lírico", sabiendo que él no me lo daría, no haría más que tender la caja esperando a que yo lo tomara por mi misma. Extendí mi brazo, separándolo de mi cuerpo y conciente del riesgo que eso implicaba, para que la mano llegara al interior de terciopelo rojo de la caja. Era una jeringa plateada, con varias vueltas de láminas en la punta que se presiona. La tomé, era un poco más pesada de lo que suelen ser las jeringas, pero ésta contenía mucho más de lo que su volumen albergaba. La elección estaba hecha y no quedaba más que inyectar y acabar por fin con todo.
Algo de miedo o inseguridad me hizo temblar y él, el que no tenía la caja, me dijo "eso no es nada. imaginate vivir donde yo vivo. ¿alguna vez caminaste por las calles onduladas hasta que se envolvieran alrededor de tu cuello y ya no hubiera forma de aflojar el nudo que no se hizo?" Intenté imaginarlo, pero no pude hacer más que eso. No, nunca había caminado por aquellas calles y él estaba ahora asfixiándose, nadie podría aflojar ese nudo.