martes, noviembre 02, 2010

Néstor con Perón. El Pueblo con Cristina

Si actualizar antes este blog era difícil, ahora no entiendo ni por qué hacerlo. Había tomado la decisión de mantenerlo alejado de mis interpretaciones de conyunturas políticas. Y ahora hablar de cualquier cosa que no sea lo que me golpea la muerte de Néstor me parece falso e incongruente con mi esencia personal. Este post no va a tener sentido estructural, ni siquiera un sentido militante. El sentido es algo que va a volver después supongo...

Yo no era peronista. Incluso me creía gorila. Y con ganas.
Evidentemente me equivocaba.

Es que me habían mentido, y les creí. Tuve una infancia en la que presidente era sinónimo de ese patilludo despreciable y cuando eso cambió me sorprendió muchísimo [por más que entendía que conceptualmente los presidentes cambiaban por el voto popular]. Y ese era peronista, o así se decía. Entonces, chiquita como era, entendía que el peronismo era una desgracia pintoresca, concepción que mis papás parecían compartir [¿transmitir?]. Y si me sorprendió que de pronto el presidente fuera otro, obviamente ni me imaginaba que peronistas fueran otros.

Como me criaron en un ambiente en el que discusiones políticas no faltaban y la calidad humana era lo principal, salí entendiendo que ante todo, para construir un mundo social, están la empatía y la razón. Por lo tanto, resulté en una cosa entre troska y anarquista dispuesta a discutir sobre humanismo a temprana edad. Yo creía que eso tenía sentido, y cuando me paré frente a una urna porque me tocaba por fin meter un voto yo, lo hice por una corriente de izquierda, de esas que ahora no deberían atreverse a dar la cara.

Y desde hace unos años tengo una bronca terrible. Me mintieron, de todos lados. Por mucho tiempo les creí. Pero resultó que esos nadies que se la dan de izquierda se derriten por el personalismo de Perón y le tienen una envidia asquerosa al movimiento que los hace bombardear cualquier cosa por la que hayan luchado alguna vez si cae en la desgracia de ser llevada adelante por un justicialista, mientras que el peronismo es el resultado de que tantas cosas positivas hayan venido de la mano del General. Y claro, un abanico muy amplio se reconoce como peronista.

Pero, que Juan Domingo me perdone, no son todos peronistas. Incluso esos que se dicen peronistas, que me mintieron por tanta década del 90 que no se terminaba más con todo cada vez peor, no son peronistas. Quiero que esos vengan y me devuelvan los años que desperdicié no teniendo en cuenta al movimiento como espacio concreto de participación. Quiero que me devuelvan mi infancia y quiero que dejen de intentar arruinar mi juventud y mi futuro.

Hoy, después de tanta decepción de izquierdas, sé que soy peronista, que desde el 2003 es ser kirchnerista. Y basta de medias tintas, de excusas o de atajadas tempranas aclarando que no hay obsecuencia.
Supongo que los ideales fueron siempre los mismos, no recuerdo que fueran nunca otros cuando hago memoria. Me pareció que lo que cambiaba era la camiseta. Pero ésta realmente no quiero sacármela nunca. Y no sé lo que es extrañar a Perón, pero sé muy bien lo que es llorar a Néstor y sentir que va a seguir presente por el resto de mi vida, no sólo por el afecto, sino porque las transformaciones en Argentina se quedan para siempre. Y me emociona terriblemente tener la certeza de que soy parte de este movimiento en el que millones de jóvenes, además de bancar los trapos, saben que a sus hijos les van a contar sobre el miércoles, jueves y viernes pasados con lágrimas en los ojos, porque el agradecimiento es eterno.

viernes, septiembre 10, 2010

Volver es un tango de Gardel, pero Gardel no tiene nada que ver con esto.

Retomar un blog después de tanto tiempo es extrañísimo. Es casi un despropósito. Es una tarea que implica nostalgia por un tiempo pasado en el que había lectores y había comentarios. Pero los comentarios se borraron porque internet es hijadeputamente efímera y de pronto unos desgraciados dan de baja un sistema de tercerización de comments que se lleva consigo meses —si no años [!]— de nutritivo intercambio de abstracciones o incoherencias que se habían convertido en sentimentalidades. No quiero convertirme en la autora que constantemente hace referencia al público que alguna vez tuvo pero que ya no tiene. Principalmente porque si lo repito mucho suena a mentira, y no juzgo este entendimiento siendo que incluso a mí me costó creer que alguien leyera los desvaríos que he tenido para decir.

Pero fue cierto. Este blog tuvo movimiento. Ahora está lleno de chiches marca blogger vacíos y entradas desoladas, como si nunca hubieran visto públicamente la luz. Me resulta un gran pueblo fantasma al que no importa cuántas calesitas le ponga, no va a recuperar su magia.

Y aun así tal vez quiera postear de vez en cuando. Entonces, ¿cómo encarar esos posteos? ¿Le hablo a alguien? ¿Me hablo a mi? No tengo ningún problema con hacer chistes internos conmigo misma, los disfruto mentalmente la mayor parte de mis vigilias. Pero tengo que decidir si este va a ser un espacio de introspección, si voy a intentar incentivar el tránsito o cautivar a algún lector eventual de modo que le importe, o si simplemente lo voy a dedicar a tirar de vez en cuando una tira de a softer world con la que me sienta identificada [y las hay muchas, así que podría de hecho hacer todo otro blog al estilo diario íntimo gráfico y tercerizado]. En este post ya me referí dos veces al verbo tercerizar, que ni siquiera está aceptado como verbo existente, y todavía no definí qué pretendo hacer con esto.

Por ahí lo uso para tirar cada tanto palabras que no existen de modo que algún incauto se crea que sí porque salta en Google, ya fue.

lunes, mayo 03, 2010

To tweet or not to tweet

Siempre sospeché que fuera nada más y nada menos que una persona nacida para la vejez. Lo digo y lo repito constantemente para que dejen de sorprenderse esas personas que ciertas convenciones sociales imponen [a veces con mi consentimiento] como mis amigos o conocidos cuando ante una invitación a un pub/boliche/bailongo mi respuesta oscila entre el condescendiente "veeeemos" y el categórico "no". Incluso recientemente aun las trasnochadas cómodas de cama o sillón me cuestan [tal vez porque lo que tira en definitiva no es la comodidad sino la tentadora soledad y tranquilidad]. Pero incluso con todo esto, solía creer que la interacción y vida activa participando del gran monstruo internético eran mi fuerte.

Y aparentemente me equivocaba. A facebook llegué tarde y me llevé bien con su dinámica sólo superficialmente. Pero twitter, twitter es algo que escapa a mi comprensión. Ahora resulta que para ser activo en la red social de twitter hay que hacer lo siempre despreciado por mí IRL [nótese la jerga]: escribir con el lenguaje amputado. Esto no sería sólo por una oleada estética grotesca ni por vagancia a la hora de tipear/teclear, sino por una limitación técnica de caracteres permitidos para cada tweet. No, señores, no lo acepto. En twitter la vida y la internetz se fusionan, cuando todos sabemos en el corazón que eso jamás debiera haber acontecido. Y reflexionando sobre esta cuestión es que lo terrible se hace presente: además de vieja, descubro que soy reaccionaria.

martes, enero 19, 2010

Last time I checked

los escritores escribían.

Se me rompió la imaginación.