lunes, febrero 21, 2005

De la sensación de no estar del todo

Se me cierran los ojos. Y no es sueño, no. Es cansancio. Constante. Y mientras duermo está latente. No me puedo levantar de una silla sin necesitar tirarme al piso. No tengo concentración. Me pierdo en el tiempo y me olvido cosas. No sé cuales.
De pronto miro y es como si me despertara por un segundo. Los elementos que están en esa realidad no son compatibles, y no controlo las palabras que empiezo a decir. Y no sé si las tengo que controlar porque en ese momento no puedo conectar palabras con palabras, con significados, con gramática correcta, con belleza, con imagen, con sentimiento... es todo "sin". Un momentón de ideas inconexas.
Me peso. Intento no colapsar. "Keep up the good work".
Tenía otro post en mente.

martes, febrero 15, 2005

Fractal being

Al vivir nuestra vida pasamos por infinitos escenarios. Algunos son más frecuentados que otros. Y son almacenados en nuestra memoria en dos dimensiones, como postales. Si dividimos una de esas postales en pequeñas celdas y seleccionamos una, podemos repetirla, multiplicándola miles de veces y formando motivos.

Luego, tenemos una imagen nueva: el motivo formado por la unidad [celda] repetida. Y en esta imagen nueva podemos reconocer alguna imagen original, de esas que pueden ser divididas en celdas al inicio del proceso. Pero ¿por qué pasa esto? ¿por qué encuentro algo familiar en cada producción nueva?

Es que todo es lo mismo. Todo está conectado.
Somos nuestros recuerdos. Lo único que diferencia a una persona de otra es su código genético [del que no puede darse cuenta] y todo lo que ha vivido. Lo vivido se almacena en imagenes, que al fin y al cabo son formas geométricas. Así que una línea es una línea en el borde de una mesa o en el parabrisas de un colectivo. Y a su vez una línea contiene conceptualmente a todas las demás líneas. Así la mente es una fractal insospechada.

Vemos el motivo formado por la unidad repetida y podemos identificar en él infinitas cosas insignificantes, pero todas al mismo tiempo. Hasta ahora el conteo va así: un cenicero hondo de vidrio que es una porción del empapelado del living de un departamento anterior que es el tapizado con cuatro botones de los sillones que es un dibujo en el lomo de un libro de Albert Camus que es todos los lomos juntos de la colección completa de la enciclopedia verde de animales que es el frente del edificio de Obras Sanitarias que son las ventanas naranjas el Hospital Garrahan que son las ventanas del hospital de la esquina donde tomo el 84 que es un tapizado blanco sobre verde con algunos sectores en transparencia y de flores que debe haber hecho mi babe pero no lo recuerdo.

Y a su vez este motivo hecho con la celda se me aparece mentalmente adornado con telas, y por algún motivo esto me hace creer que es el frente de un colectivo que conozco pero cuyo número no recuerdo.

Si en esa gran imagen puedo encontrar todos mis recuerdos si los busco, significa que todo está allí. Pero no todo, todo yo, que vengo a ser "toda" porque soy mujer.

Ví mi existencia fractal y entendí que el ser es infinito y constante en cada uno de sus puntos temporales y espaciales, y que simplemente se va actualizando para resignificarse. Informaba nomás.

domingo, febrero 13, 2005

Don't you play me cheap...

Hace tiempo quise escribir una novela. Y hace menos tiempo quise escribir otra. En el marco de esta última metí muchas ideas, creo que las arruiné ligándolas a los mismos personajes, si bien no los ligué en las letras sí lo hice en mi mente.

Como un final de capítulo o de libro, se me ocurrió que, en el fondo del bolsillo de un abrigo, podría aparecer una almendra. Algo así como una señal de esperanza.

Creer que todo está perdido, ponerse la canadiense [ok] con frustración, fruncir el ceño, ir a meter las manos en los bolsillos con la intención de golpear el fondo y encontrarse, con sorpresa, una almendra. Sacarla. Examinarla. No entender. Sobre todo no entender. Y sonreir. Sonreir también arriba, tal vez por encima de no entender, que en este caso también es sonreir.

Eso.

Y que alguien entienda un final que cierra perfecto empezando.
... because I look so meek.

lunes, febrero 07, 2005

Gigantismo

En algunos estados mentales de no lucidez, la percepción que tengo de mí misma se altera. Como si la mente tuviera dos extremos de madera unidos por un hilo, un extremo en una orilla de un lago y el otro flotando, estirando a gusto el hilo, llegando a alcanzar sensaciones no cotidianas. La punta que se queda en la orilla es la que llega a entender esa sensación como no cotidiana y la puede retener para que después la recuerde [claro, raciocinio y memoria, pero entonces... qué parte es la que flota? -la sensorial? ok-]

Como cuando una vez me bajé de mi cama [sin estar totalmente despierta] con una pierna completamente dormida y, al tocar el piso, la pierna no respondió. Trastabillé creyendo que el aire estaba agarrándome para que no pudiera avanzar. U otra vez, que desperté con un pie dormido y al moverlo sentía una gran bota de cuero recubriéndolo.

También puedo citar todo el tema de los "brazos ajenos", que se da cuando estoy bastante cansada o con un ataque de pánico tipeando en la pc. Se ven los brazos como si no fueran parte del cuerpo, y noto cómo se mueven a toda velocidad. Bailan inconexos. Y cuando fijo la vista en todo el monitor, me mareo sintiendo todo el cuerpo por encima de mi cabeza.

Durante relajaciones, dejo de sentir superficies sosteniéndome. Una linda idea de levitación mental.

Pero en fin, el que más me divierte es el gigantismo. Consiste en estar a un paso de la primera etapa de sueño y concentrarse en una parte del cuerpo. Por ejemplo, una mano. En ese momento mi mano se siente de 3/4 el tamaño de todo el cuerpo. Para que lo entiendan mejor: una especie de nivel de gigantes del Mario Bros. 3; pero en vez de ser inmensos cubos [que, ahora que lo pienso, son cuadrados] gigantes, es mi mano o mi pie o incluso mi cabeza. Y por más que este párrafo sea tan pequeño que aparente no justificar el título del post, les aseguro que la experiencia sensorial vale un blog entero aparte.

viernes, febrero 04, 2005

Dual

Es raro. Me hago listas inmensas de libros para leer o terminar de leer y en cuanto cae en mis manos uno de ensayos o relatos breves, no puedo esperar a leerlo todo. Me pasó esta semana con un libro del taller literario de la madre de la perra.

Es un muy buen libro, Dos Mareas se llama. Tiene algunas poesías que "hfgfh" pero hay algunas joyitas ahí.

Además creo que se siente más cercano. Saber que las personas que lo escribieron están vivas, que fueron a un taller y editaron un libro. Que viven en la cuadra de en frente, que mientras cruzo la calle puedo mirar a los ojos a una persona que entiende al mundo de una manera poco habitual.

Como si tuviera la posibilidad de llegar a ser algo así. Es posible, hay gente que lo logra. Then again, cierto que voy a filmar películas che. Cierto.