domingo, mayo 19, 2013

No todo puede tener un título

Hay noches cerradas, claustrofóbicas. Religiosamente buenas. Viejas en el calendario. Entre astronómica y arbitrariamente medias. Veraniegas. De brujas. Algunas distintivas, estrelladas en lo pictórico; entre muchas decretadas así por la meteorología. Afortunadamente paradojales. La primordial, hija del Caos, mitológica. Literaria, de específica posición.

Y están las otras. Más allá de las categorías y lo predeterminado. Oponiéndose a esas que, luz o no luz, ya vienen cerradas. Las no interpretadas del pasado. Las potenciales. Las que esperan ser hechas. Las que sin dejar claras huellas se van abriendo paso, una a una, derramándose por las fisuras que declaran entre los días. Las no clausuradas.
¿Dónde estuvimos? ¿Dónde vamos a estar todas esas noches abiertas?
La ansiedad por saberlo es la culpa por matarlas.

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