jueves, diciembre 30, 2004

Boinas

Es como si un humano fuera un proyector a 360º. En todas direcciones se va expandiendo lo que existe. Y su mente está convencida de que no puede cambiar nada.

Cuando se acaba el tiempo llega la muerte. Y se vuelve a enrollar la tira de película. Por eso se ven escenas de toda la vida. Cuando se termina, la muerte ha concluído, por lo tanto no es nada y sólo hay un rollo listo para ser regrabado. Sólo así [en realidad no] tiene sentido la reencarnación.

La ficción nos mata. Pero la realidad, la realidad nunca estuvo viva.

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