jueves, octubre 21, 2004

He loves me not

La conocida técnica de los fósforos consiste en encender uno y rápidamente, mientras la cabecilla roja es todavía lo único ardiendo, aprovechando esa combustión, poner la cabecilla roja del otro fósforo en posición opuesta, de tal forma que queden cabeza con cabeza. Se forma un casi espejo con una llama en medio. Una imagen demasiado poética para la interpretación burda que se le da a continuación.

Lo importante es conseguir primero que nada haber hecho la maniobra de colocación del segundo fosforo a tiempo. Ésto, por algún fenómeno físico/químico que denominaremos magia, provoca que las cabezas se fusionen. Así es que queda un fósforo largo encendido en medio y tomado por un extremo.

Cuando el fuego ya ha tomado madera de los costados, se procede a soplar el lado más próximo a los dedos que sostienen. Así pues, el fuego seguirá avanzando hacia el extremo más lejano a la mano.

Como es comprensible y siguiendo determinadas leyes, la madera se contrae al ser chamuscada. Claro que la naturaleza no es fatalmente simétrica cuando no quiere serlo, entonces nos preguntamos ¿para qué lado se da la inclinación al contraerse?

Y aquí es donde la interpretación vulgar toma protagonismo. Pues si el fósforo parece ir hacia arriba, y de hecho lo hace, significa un "me quiere". Si, al contrario, marca una decidida inclinación hacia abajo, es un claro "no me quiere".

Inocente aquella muchacha que interprete dichos sucesos como "thumbs up" y "thumbs down", sin notar la connotación sexual implícita cuasi explícita.

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